Prejuicios: las apariencias enganchan

16 noviembre, 2015 0 comentarios

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“Los prejuicios son la concepción de una idea anticipada sobre alguien, representada por una actitud hostil.”

Los prejuicios son tan reales como el aire y el agua y es algo que probablemente no se pueda cambiar. Debemos esforzarnos más en explorar y conocer antes de señalar a una persona como bueno o malo. Debemos darnos la oportunidad de conocer lo que no conocemos por miedo a que no sea como queremos que sea y dejemos de juzgar a través de los ojos.  Nos estamos perdiendo de compartir con gente que quizás pueda aportar cosas positivas a nuestras vidas y nos estamos negando la oportunidad de crecer como seres humanos por temor a equivocarnos. Descartar a una persona por como luce es cerrar una puerta al intercambio de ideas.

«Chopo», «jevito», «tíguere», «metálico»…estas son sólo algunas de las palabras que sólo con ser mencionadas ya en nuestras mentes se construye  una imagen que representa de qué estamos hablando. Vivimos llenos de prejuicios y a veces ni siquiera nos damos cuenta debido a que es algo tan normal el clasificar a las personas en “tipos” por cómo se ven y no por lo que realmente son. Hemos llegado a creer que las apariencias tienen el poder de comunicar a simple vista la forma de ser y de pensar de la gente, sin embargo, estamos equivocados ya que no es hasta cuando le damos a «play» que nos damos cuenta si una canción nos gusta o no.

Entre opiniones subjetivas se manifiesta la antipatía que formando parte de una historia negativa nos aleja cada vez más de la objetividad. Algunos le llaman a esto “Ventaja Evolutiva” por ser un mecanismo de anticipación con respuesta sin razonamiento. Yo a esto le llamo “Desventaja Involutiva” porque en pleno siglo XXI con la verdad en la cara nos hacemos los ciegos y damos un paso atrás. ¿Por qué pretendemos saberlo todo cuando no sabemos nada? Si vamos a hablar de inseguridad ciudadana entonces es justo que empecemos por hablar de nuestras propias inseguridades como individuos sociales. Tal vez nuestra indiferencia carga la culpa de la presencia de prejuicios que se enganchan en una percha cuando finaliza la jornada diaria de cada uno de nosotros.

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